El amor y el interés
Me llamó mi amiga Caro para preguntar por qué en la cuenta bancaria que menos interés paga, al final tiene más dinero, quedé tan pasmado como los ahorradores de FICREA al enterarse dónde estaban sus inversiones, mejor dicho, dónde no estaban sus tesoros, sentí que «me llevaba el tren» (y no el de la licitación cancelada).
Repetí su pregunta:
-Caro, ¿lo que me dices es que en la cuenta donde pagan menos interés, al final tienes más dinero?
-Exactamente
-Bueno -refuté competente- a menos que exista un error, eso no es posible, si al inicio inviertes la misma cantidad de dinero en ambas cuentas, al final tendrás más dinero donde pagan mas interés -puntualicé- ¡Así de fácil!
-Pues no es así -escuché del otro lado de la línea- te mando los papeles para que revises y te apuesto una comida -se atrevió a decir antes de colgar.
Caro tenía razón, analicé la información y aparentemente donde se pagaba menos interés tenía más dinero, ya que la cuenta que generaba menos interés permitía retirar dinero una vez al año, mientras que en la cuenta que pagaba más interés, si retiraba dinero frecuentemente para «pequeños gustos», entonces el gusto le duraba muy poco.
Es muy difícil estar ante la tentación y resistir (me refiero a las inversiones, no a mi amiga, malpensados), aún cuando el interés bancario era menor en la inversión a más plazo, la limitación de retirar dinero hacía que Caro incrementara su patrimonio en esa cuenta. Estaba a punto de pedir que me regresaran el dinero que pagué por mis estudios universitarios cuando entendí la razón de la sinrazón. A mayor riesgo, mayor rendimiento, eso todo mundo lo sabe, menos los de FICREA, y no creo que me quieran regresar mi dinero (de la universidad) por ese conocimiento.
Existe un componente ignorado en las inversiones, es la capacidad de gastar fácilmente el dinero ahorrado, a un cuate le dieron un premio Nóbel por esa explicación, se llama propensión marginal al consumo, y así no me llevo, son nombres muy raros… Es aquí donde aparece la paradoja, los libros dicen que la liquidez es algo muy importante, sin embargo olvidan el punto donde se une la psicología con la economía, en la medida que puedas dar un «pellizco» a tu inversión (no a mi amiga Caro) más posibilidad tendrás de gastarlo y menos conservarlo, de ahí que cuando inviertes en bienes raíces (una casa, por ejemplo) obtienes muy buenos rendimientos por tres elementos: uno por el rendimiento en sí, otro porque no te lo puedes gastar «Ni modo que vayas a la tienda y te compres dos ladrillos de cervezas» me dijo Garcilaso, y otro más por el plazo en el que esperas recobrar tu inversión.
A simple vista tuve que reconocer que en el cruce de la economía y la psicología ganará siempre la última, de ahí dice Jovita: «Niño, las tandas son muy buenas porque siempre terminas con un dinerito que por ti solo es harto difícil juntar, además si no pagas, las vecinas ya no te cuentan el chisme en los lavaderos, se amuinan contigo».
Entonces comprendí el poder de la psicología, son más valiosos los hábitos que el rendimiento, casi lloro de tantos cursos que tomé sobre finanzas, «No te preocupes con tus cuotas de exámenes extraordinarios, ayudaste a la educación», me consolé para mis adentros y para mis afueras.
La pregunta más omitida en inversiones es una muy sencilla: ¿te suena lógico?, ¿es demasiado bueno para ser verdad? «Desconfía de quien no tiene ni un vicio», decía mi abuela, «Pero desconfía más de quien no te da respuesta a preguntas sencillas», eso le decía a mi abuelo cuando llegaba tarde y oliendo a dragón.
Lo anterior se debe a que la gran mayoría de la gente en este mundo no cree la verdad, sino aquello que desearía que fuera verdad. Un boxeador diestro es tan bueno como su mano izquierda, nada más imaginen. Mantén distancia o recelo de tanta lógica simple, por ejemplo, la mamá de Juanita tenía cinco hijas, Pata, Peta, Pita, Pota y… ¡Juanita!, así que cuidado con tus inversiones, la lógica no es tan lógica.
Le pregunté al Chino Lao sobre el tema y me mostró un refrán: «El amor y el interés una vez fueron a un campo y fue más grande el interés que el amor que se tuvieron”, pero también repitió solemnemente al Principito: «El colazón tiene lazones que la lazón no entiende».