Bien me quieres, bien te quiero, no me toques mi dinero

—¿Por qué no vino tu  exmarido al evento?

—¡Por fortunaaaaa! -fue la respuesta de mi amiga, le salió del corazón- Soy una señora moderna, pero como puedes ver en esta fiesta de graduación de mis hijos, también se encuentra mi actual pareja y algunos de sus hijos, de verdad se me hace muy difícil convivir también con mi ex.

Su respuesta me puso a reflexionar… En este mundo moderno donde los roles tradicionales de mamá en casa y papá proveedor son la excepción en las parejas actuales y me pregunté cómo debe manejar el dinero en una familia «moderna».

Casi en todos los hogares jóvenes -y a veces no tan jóvenes- que conozco, el dinero viene de varias fuentes, usualmente mamá ha vuelto al trabajo (si es que antes no lo hacía de forma regular) o bien trabaja ahora para mejorar sus ingresos porque la pensión del divorcio no le alcanza. Papá se ha vuelto a casar, ahora es proveedor de dos casas, porque aunque siga soltero mantiene dos (su pensión y la casa donde habita), y en ocasiones el dinero no alcanza para mantener el nivel de vida que antes tenía. Si a esto añadimos que las parejas que se separan encuentran una nueva «media naranja» (que a veces parece un montón de mandarinas), aunque no se quieran casar, deciden vivir juntos, esto es como decían en mi pueblo «Éramos muchos y se embarazó la abuela», espero que este no sea tu caso, porque entonces sí se complica este texto…

Mi abuela decía «Hijito, el dinero, si no es el número uno, no pasa del número dos», y es que puede ser fuente de alegrías infinitas o de un montón de sinsabores y enojos, ante esto, lo que se me ocurre (porque consejos no doy, más bien estoy para recibirlos) es lo siguiente:

  • Define, negocia, acuerda y escribe, ¡sí! escribe qué gastos (sólo de la nueva pareja) va a cubrir cada cónyuge o susodicho, esto se debe llevar en una cuenta aparte de las cuentas personales.
  • En otra cuenta, también por separado, cada uno de los susodichos cónyuges debe llevar el control de los gastos que debe pagar o recibir, producto de karmas pasados, es decir de matrimonios anteriores. «En mi humilde opinión» -decía el curandero de mi pueblo- el otro (me refiero al cónyuge actual) no debería estar enterado de esta cuenta, pues no participa de ella, este dinero no se comparte con la actual pareja, así evitas envidias, muinas, malos entendidos y consejos innecesarios. Usualmente en esta cuenta cada uno, por separado, cubrirá o recibirá el dinero que se utilizará en los gastos de los hijos de vidas pasadas.
  • En otra cuenta individual deberían de llevar sólo los gastos personales, de manera que aún cuando decidieron vivir juntos, en mi opinión (no la del curandero de mi pueblo), cada uno de los nuevos cónyuges debe mantener, al menos por un tiempo, separado su patrimonio -de ahí el título de esta colaboración-.
  • En caso que decidan que esta cuenta debe de estar compartida, por favor, «ni todo el amor ni todo el dinero», ambos -¡sí!, ambos- deben estar enterados de los movimientos que se realicen y aprobar mutuamente los gastos.

Un amigo, que es abogado, me decía que en la medida que las parejas «modernas» tengan sus acuerdos bastante claros, más tiempo se mantendrán lejos de los tribunales. Les recuerdo también que es conveniente que las inversiones se manejen por separado una parte, y el resto puede estar junto, sí, junto pero no revuelto.

En cuanto a las inversiones, platicamos otro día, porque si hoy les cuento todo, después ¿qué les cuento?