¡Eso sí me toca!

Estamos en la crisis de «a mí no me toca», ¿qué sucedería si tuviéramos exceso de «a mí me toca»?

En una de esas reuniones que abundan en diciembre, en una sobremesa uno de mis amigos dijo:

―En México estamos en la crisis de «a mí no me toca» ―¡y zaz! hubo silencio en la mesa― ¿qué sucedería si tuviéramos exceso de «a mí me toca»?, lo que tenemos que hacer es más de lo que sí nos toca y declarar conscientemente «eso me toca»

―y en la mesa sucedió tal como lo dijo José Alfredo Jiménez, el de «La vida no vale nada», «los mariachis callaron»―.

Después de las fiestas me da por reflexionar, y de pronto me vi hablándome a mí mismo de mí mismo y me dije:

―Mi amigo tiene razón, nos resulta muy fácil exigir a otros lo que nosotros no cumplimos, parafraseando el pasaje bíblico, vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga que traemos en la frente o en el ojo, o no sé dónde la traiga cada quién, pero no la vemos.

¿Por qué a la hora de repartir responsabilidades ajenas somos muy buenos –no todos, aclaro, porque luego me tunden a tuitazos- y resultamos ser muy malos para recordar nuestras responsabilidades? Es como decía Jovita: «Niño, hágase la volunta᾽ de Dios en los bueyes de mi compadre, y de paso que no les pase nada a los míos».

¿Cómo podemos recuperar  la capacidad de cooperación, la capacidad de creer en nosotros mismos, de trabajar sin usar una guadaña, de ser agradecido y considerar que la acción comunitaria es necesaria?

¿Cómo es posible que de fuera nos vean como un  país viable, con capacidad de pago a largo plazo y nosotros estemos inmersos en un corto plazo irritable?

Para que no «agrie la leche» les quiero compartir los buenos deseos para 2018:

  • Que haya para todos salud, de esa que se olvida cuando se tiene y se aprecia cuando no se tiene, también ¡salud! como dice Garcilaso cuando termina de soldar lo mofles en su taller con su «cerbatana bien Elodia».
  • Que el precio del petróleo ya no ande en el lomo de un venado y si puede subir que suba, porque eso representa mucha lana para todas las cosas que faltan por hacer en México.
  • Que los paisanos que nos vinieron a visitar sigan teniendo chamba en el extranjero, para que no se olviden de sus familias (aunque les pongan el podcast de los diputados), que aguanten vara (ellos con el podcast, no los diputados).
  • Que por fin pensemos que a nosotros sí se nos da iniciar nuestra empresa pequeña, micro, micra, o ya de perdida un autoempleo que nos permita obtener una lana extra y pensemos en dar trabajo a aquellos que aún no han iniciado la suya, pues como decía mi abuela «Mataste víbora en viernes, güero», nunca le entendí al refrán, ni supe su origen, pero siempre lo decía cuando experimentaba una racha de inusual fortuna.

Por último, si todavía quedan deseos por cumplir, que mi amiga Caro le gane la guerra a la celulitis, que Garcilaso deje de pensar que  mentar la madre no ayuda pero se siente rico, que no perdamos la esperanza, porque como decía mi abuela «hace muchos años tenía un montón de sueños, ahora estoy  sin sueño y con un montón de años». Finalmente, «exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás, así te ahorrarás disgustos», esto no lo dijo el chino Lao, sino Confucio (no sé si eran amigos).